No moverte para no sentir dolor. Una estrategia perjudicial
El dolor es una experiencia desagradable que se supone debe servir para alertar sobre el daño de una estructura. Esa fue su concepción en el inicio, pero sabemos que esto no funciona de una manera tan precisa.
Se empezó a cuestionar esto porque había pacientes que padecían dolor, pero no presentaban lesión alguna. Ahora sabemos que para que exista dolor no necesariamente debe ser ocasionado por una lesión, es decir, puede aparecer el dolor sin que haya un daño en la estructura que duele. Entonces, ¿qué es lo que ocurre con el sistema nervioso que emite señales de dolor sin que haya una lesión?
Esta interrogante fue la que promovió estudios sobre el dolor, entre los que se encuentran el modelo de evitación del dolor (Fear Avoidance
Model), diseñado por el investigador Johan Vlaeyen. Este modelo fue diseñado en principio para el tratamiento psiquiátrico de las fobias, para intentar entender el comportamiento del individuo que padece dolor crónico.
La explicación del modelo sería algo así: Lesión - Experiencia de dolor - Catastrofización del dolor (alimentado por información amenazante de la enfermedad, negatividad afectiva) - Miedo relacionado con el dolor - Evitación e hipervigilancia - Desuso, depresión, discapacidad - Experiencia de dolor. Entonces para poder salir de ese círculo se debe hacer un abordaje de: No temor - confrontación - recuperación.
Todo empieza con el dolor, ya sea por aparición aparentemente espontánea o luego de un golpe o un esfuerzo excesivo; y ahí empieza el periplo para buscar ayuda. Visitas al médico, radiografías, tomografías, resonancias, etc. Y luego el planteamiento del tratamiento con las consecuentes recomendaciones para la casa.
Este Modelo de Evitación del Dolor (Fear Avoidance Model) explica que existen factores externos que condicionan la respuesta al dolor, generando un temor al movimiento (Kinesiofobia). Esto significa que la información que recibes tanto de los profesionales de la salud como de personas allegadas, juega un papel fundamental en la experiencia de dolor y expectativas de recuperación. Asimismo, tus experiencias de lesiones previas y lo que consideras como dañino también influye en como percibes el dolor.
Si el profesional de la salud al que acudes a buscar ayuda, aconseja que no debes agacharte ni levantar objetos pesados, el impacto de esa información a largo plazo es mas perjudicial que beneficioso porque lo que hace es fragilizarte. Así puedes pasar años, pensando que el agacharte te puede joder la espalda y poco a poco te has limitado de hacer cosas por miedo a volver a sentir dolor. ¿Te suena familiar?
Puedes ver la diferencia en la narrativa cuando en vez de eso te dicen: - vamos a prepararte poco a poco para que tengas la capacidad de realizar los esfuerzos que tu vida y tus actividades requieren, todo esto de manera progresiva hasta que recuperes la confianza en el movimiento y, sobre todo, hasta que tengas la confianza en que tu cuerpo puede llegar a ser una estructura fuerte, firme y robusta.
Se nota la diferencia, ¿cierto?
Al caer en el Modelo de Evitación del Dolor te puedes dar cuenta que, en ese círculo negativo de perpetuación del dolor, existe un momento en el que puedes hacer una confrontación del mismo y del otro lado de esa barrera encontrar el bienestar. Ahora bien, no es algo que sea como un switch en el apagas el síntoma y enciendes el bienestar, sino que es un proceso continuo, a menudo sinuoso, que presenta sus altas y bajas, pero cuya tendencia general es hacia la mejoría, teniendo siempre como norte que el movimiento es la clave.
Aprender a identificar los momentos en los que recibes “información fragilizante”, puede ser una oportunidad para trabajar en la fortaleza, no solo física sino también mental.
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