De las agujas y el dolor en niños. Una experiencia personal.
Siempre me ha generado rechazo como algunos padres amenazan a sus hijos con llevarlos al médico para que los “puye” si no se portan bien. Luego se alarman cuando les toca ir al médico y hacen un show en el momento en que realmente es necesario tomarle una vía o una muestra de sangre.
Este es el inicio de las fobias que se manifiestan de adultos, hasta el punto de ver incluso médicos que no soportan ver una aguja. Contradictorio es el adjetivo más amable que se me ocurre.
Los padres somos los primeros responsables en educar a nuestros hijos a tener experiencias saludables de dolor. Esto significa que en primer lugar JAMÁS debemos amenazarlos con mecanismos del tipo “si no te portas bien te van a puyar”. Hacer eso genera una información errada de que todo dolor es malo, cuando en realidad en algunas ocasiones les va a tocar tener que sufrir el dolor de una aguja para poder mejorarse de alguna condición.
En segundo lugar, tampoco debemos engañarlos. En la vida habrá muchos momentos de dolor, son inevitables. Esto genera miedo al principio, pero también serán capaces de entender que hay procesos que ocurren que son parte de la vida. Sufrir un golpe y entender que el dolor forma parte de eso los hará más fuertes y resilientes.
Nuestro acompañamiento es fundamental para transmitir serenidad en momentos de incertidumbre. Ayer mi hija de 10 años tuvo la desagradable experiencia de tener que ir a emergencias porque tenía vómitos y diarrea que la deshidrataron en un corto período de tiempo. Se le notaba, además del evidente malestar, muy triste por sentirse enferma y me decía que quería estar saludable como yo. En medio de eso le expliqué que era momento de ser valiente y aguantar la situación mientras íbamos al médico, que a veces uno se enferma y es parte de la vida. Me sorprendió como lo asimiló. ¡Es una campeona!
Luego en emergencias la tuvieron que puyar 4 veces. La primera un intento fallido de toma de vía en la mano derecha, la segunda un intento exitoso de toma de vía en la mano izquierda para hidratarla, la tercera fue un medicamento intramuscular (en la nalga) para disminuir las náuseas y vómitos, y la última en el codo derecho para tomar una muestra de sangre para el hemograma. No lloró en ninguna, pero si estuvo nerviosa y asustada hasta que se dio cuenta de que ya había pasado lo malo. Mi trabajo como padre: acompañarla.
El resultado de las pruebas: ameba. Cosas que pasan.
No pretendo dar lecciones de nada a nadie, total en esto de criar hijos estamos todos aprendiendo; a veces erramos y otras acertamos, pero siempre intentando hacer uso del sentido común. Ante esto quiero transmitir mi visión: los niños que tienen experiencias saludables respecto al dolor luego serán adultos fuertes, resilientes y con menos probabilidades de padecer dolor crónico.
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